A una de las especies de árboles más prósperas en Puerto Rico, el roble nativo, le están comiendo los dulces.
Hace aproximadamente un año se comenzó a encontrar en los robles nativos de la Isla un deterioro causado por una plaga de insectos trípidos, o insectos ‘chupadores’, que se alimentan de la fructuosa de las hojas.
El ‘chupador’ se coloca en la parte posterior de la hoja, donde no recibe sol, y se alimenta de las azucaradas que nutren al árbol. Poco a poco, la hoja se deteriora, luego la rama se destruye y, en casos extremos, el árbol muere. Aún se desconoce el género y especie de este insecto, indicó William Suárez, director del Colegio de Agrónomos de Puerto Rico. “Cuando es un árbol, no pasa nada. Pero al ver que la plaga se va regando por todo Puerto Rico, se ve que tenemos un problema de salud ambiental y humana”, dijo Suárez.
El roble nativo, una especie endémica del Caribe, adorna el paisaje de la Isla con sus flores blancas y rosadas, especialmente durante los meses de febrero a mayo en las áreas montañosas. Pero la reciente plaga presenta una amenaza para este árbol.
Al invadir un roble nativo (Tadebuia heterophylla), los insectos trípidos comienzan comiendo las hojas nuevas, o las más suculentas, haciendo que éstas se enrollen. Al picar una hoja, estos insectos, de dos milímetros de largo, dejan una marca que produce una deformación roja en la hoja, como una picada, dijo Hipólito O’Farrill, agrónomo del Servicio de Extensión Agrícola del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM).
“Si el árbol no se ve bien en el paisaje, lo van a cortar porque va a ponerse poco atractivo. Entonces un problema de insectos va a convertirse en un problema de corta de árboles”, advirtió Suárez. El cortar el árbol no elimina la plaga, ya que estos insectos sobreviven y se mudan a otro roble nativo.
Nunca antes se había documentado a este insecto invadiendo al roble nativo. Sobre su aparición en suelo borincano, los agrónomos plantean dos teorías: que pudo haber evolucionado y comenzó a invadir los robles hace sólo un año, o que se trata de un insecto nuevo en el ecosistema isleño.
O’Farrill estima que el insecto pudo venir de Florida, ya que allí también se ha visto este trípido. Los minúsculos insectos pudieron haber llegado en plantas importadas o en viajeros.
Debido a que todavía no se sabe exactamente la especie del insecto que está deteriorando los árboles, no se ha señalado algún remedio biológico contra la plaga. Una solución podría ser traer una especie nueva de animales que puedan comerse a los insectos trípidos que destruyen los roble nativos.
Por el momento, para controlar la infección se necesita aplicar un pesticida para acabar con plagas. Pero si este veneno no es utilizado apropiadamente por un agrónomo, podría surgir otro contratiempo. Al rociar los árboles con pesticidas, el viento podría arrastrar las partículas hasta edificios y personas cercanas y causar problemas de salud, dijo O’Farrill.
Tratando a los árboles silvestres, existe el riesgo de contaminación de cuencas hidrográficas, que es el área montañosa donde nacen los ríos y quebradas. En el caso de los roble nativos en áreas residenciales, las personas corren el riesgo de tener reacciones como dolores de cabeza, picor en la piel y otras complicaciones.
La plaga afecta a otros árboles, en especial a los cítricos. Sin embargo, debido a que estos árboles frutales están en fincas controladas y son atendidos por agrónomos, los abonos y las pesticidas utilizadas en el proceso de cultivo mantienen la plaga controlada. Aunque la relación entre la propagación de esta plaga de insectos trípidos y la llegada de polvo del desierto del Sahara no se ha podido comprobar científicamente, Suárez señaló que, al menos por casualidad, la plaga suele aumentar cuando ocurre este fenómeno.