Dedicado A las reinas del jardín, Sabine Frank en el libro “Las mujeres que aman las plantas” dice así:

“La jardinería siempre se ha tenido como un entretenimiento propio de mujeres, pero considerado más como un pasatiempo destinado a realzar los encantos femeninos que como algo serio: la mujer elegante brillaba aún más en medio del esplendor de un jardín florido, y el jardín resaltaba más todavía cuando sus cuidados revelaban una mano femenina.

Un dia en el jardin de Malmaison, por Flameng

Estaba bien visto que las féminas cortasen flores o dedicaran parte de su tiempo a la herborización, pero había que preotegerlas a toda costa de un trabajo físico duro y de conocimientos científicos demasiado profundos. Sobre todo el sistema linneano, con su obsesión metafórica por el polen y los pistilos, por la bigamia y las bodas cosanguíneas, se consideró obsceno durante mucho tiempo.
El propio Goethe, que también se tomó en serio sus estudios en el ámbito de las ciencias naturales, no logró disimular sus intenciones con su escepticismo: ‘Todo esto resulta intolerable para lasmentes inocentes. Si las almas cándidas toman entre sus manos tratados de botánica, su sentido de la moralidad se verá ofendido’.
Sin embargo hubo mujeres que desoyeron tales remilgos, que querían ser algo más que floreros con sensibilidad y que, con esfuerzos y desengaños, se dedicaron a la jardinería para poder adquirir los nuevos conocimientos que ésta entrañaba”.

Tal fue el caso de Jane Loudon, esposa y hábil compañera en los negocios de su esposo, John Loudon, un periodista y apreciado autor de guías de jardinería.

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Jane, convencida de que las guías de jardinería también podían despertar el interés del público femenino, fundó su propia publicación: “La Revista de Jardinería para Damas”, animando a las mujeres a utilizar el jardín como lugar de creatividad y diseño, ampliando así su hasta entonces limitado mundo formado por niños, cocina e iglesia.

También allanaron el terreno (nunca mejor dicho), algunas damas feministas de clase alta, como laCondesa de Warwick. La aristócrata fundó en 1898  el Studley Agricultural College for Women, un centro de enseñanza exigente en el que se impartían clases de horticultura, explotación lechera, avicultura y apicultura.

Studley-Horticultural-Agricultural-College-for-Women

En Gran Bretañase fundaron más de una veintena de escuelas de jardinería para mujeres, siendo una de las más conocidas la de Lady Frances Wolseley, en Glynde.
Las alumnas de Glynde iban uniformadas y recibían una férrea formación, en un intento por condensar las materias en dos o tres años académicos (mientras que sus coetáneos masculinos recibían el mismo programa en cuatro años).
“Las jardineras eran contratadas antes de que finalizase su periodo formativo, en cuyo caso Frances Wolseley, procuraba que recibieran un salario justo, cosa nada habitual por aquel entonces” afirma Sabine Frank.

O Gertrude Jekyll, que fue una influyente horticultura, taxónoma, diseñadora de jardines, artista y escritora.

A finales de la década de 1880 conoce a Edwin Lutyens cuando le contrata para constuir una casa en la finca familiar. Ella pasa de los cuarenta y es una mujer sesuda y una artista establecida. Él es un arquitecto ambicioso y con talento de dicecinueve años.
Jekyll, queda hechizada con su ingenio y sus lisonjas, y Lutyens ve en ella a la clienta perfecta y acaudalada con la que impulsar su carrera. Así es cómo se crea este original matrimonio que tan bien supo congeniar el paisajismo y la arquitectura.

Jekyll  fue una de las primeras de su profesión en tener en cuenta el color, textura y la estacionalidad en sus diseños, rompiendo con el mandamiento de plantar los arriates con miras a una explosión de color sólo en verano.
Asimismo, promulga los jardines rústicos y la arquitectura rural, alejándose del historicismo de la época que alcanza unas proporciones grotescas.